Cómo rezar la Corona a la Preciosa Sangre de Cristo (Para pedirlo, se hace en el apartado de "Rosarios")

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Para pedirlo, pinchar en el siguiente enlace: https://sanmiguel-artesaniamina.com/es/rosarios/39-corona-a-la-preciosa-sangre-de-cristo-8-mm.html

A fin de promover en los fieles cristianos la devoción a la Preciosa Sangre de Jesucristo, con la cual fuimos todos redimidos, Pío VII con dos rescriptos, el uno de 31 de mayo de 1809 (que existe en las actas de la sagrada Congregación de Ritos), y el otro de 18 de octubre de 1815 (que se conserva en el archivo de la Archicofradía de la preciosa Sangre de Jesucristo, erigida en Roma en San Nicolás), concede 1 años y 7 cuarentenas de indulgencia una vez al día a los que rezaren devotamente la siguiente Corona a la Sangre de Jesucristo, e indulgencia plenaria una vez al mes a los que, habiéndola rezado diariamente en todo el discurso del mismo, confesaren y comulgaren, rogando por la santa Iglesia y el Sumo Pontífice y a más 300 días de indulgencia una vez al día a los que rezaren la sola oración:

 

 Oh sangre preciosísima

   ¡Oh sangre preciosa de Jesús nuestro amor! clama a vuestro Divino Padre: misericordia, perdón, gracia y paz, por nosotros, por................ y por todos. Gloria al Padre........

   Esta Corona se compone de siete misterios, en los cuales se consideran las siete veces que Jesucristo por nuestro amor derramó sangre de su inocentísimo cuerpo. En cada misterio  se rezan cinco Padre nuestros con un Gloria  menos en el último, en que se rezan solamente tres Padre nuestros y un Gloria, que completan el número de treinta y tres en memoria de los treinta y tres años durante los cuales la preciosa sangre de Jesús permaneció encerrada en sus venas, antes que la derramara enteramente por la salvación del mundo, y terminase la Corona con la expresada devota oración.

   PRIMER MISTERIO

    Nuestro amabilísimo Redentor derramó por primera vez su preciosa sangre el octavo día de su nacimiento, cuando por cumplir la ley de Moisés fue circuncidado. Considerando, pues, que Jesús hizo esto para satisfacer a la divina Justicia por nuestros pecados, excitémonos a arrepentirnos sinceramente de ellos, prometiéndole ser en adelante con su poderosa gracia verdaderamente castos de cuerpo y de espíritu. Amén.

 -Cinco Padre nuestros y un Gloria.

   Te rogamos, pues que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

   SEGUNDO MISTERIO

   Jesús derramó sangre en el huerto de los Olivos, y en tanta cantidad, que el suelo quedó a su alrededor bañado de ella; e hizo esto, sabiendo la ingratitud con que debían recompensarle los hombres. ¡Ah! arrepintámonos, pues, de haber hasta aquí correspondido tan mal a los innumerables beneficios del Señor, y resolvámonos a aprovecharnos de sus gracias y de sus santas inspiraciones. Amén.

-Cinco Padre nuestros y un Gloria.

   Te rogamos, pues que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

   TERCER MISTERIO.

   El Señor derramó sangre en su cruel flagelación, cuando rasgada la piel y laceradas sus carnes, brotó por todas partes a ríos aquella Preciosa Sangre que él mismo iba ofreciendo al eterno Padre en satisfacción de nuestras impaciencias y delicadezas. ¿Por qué, pues, no refrenamos la ira y el amor propio? ¡Ah! procuremos ser en adelante más sufridos en las tribulaciones y más despreciadores de nosotros mismos, y sufrir con paciencia las injurias que se nos hagan.

 -Cinco Padre nuestros y un Gloria.

  Te rogamos, pues que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

   CUARTO MISTERIO

   Brotó sangre de la sacratísima cabeza de Jesús cuando fue coronado de espinas, en pena de nuestra soberbia y de nuestros malos pensamientos. ¿Y continuaremos aún con nuestra soberbia y fomentando en nuestra mente imágenes deshonestas e ideas perversas? ¡Ah! tengamos siempre presente en adelante nuestra verdadera nada, nuestra miseria y nuestra fragilidad, y resistamos valerosamente a todas las perversas sugestiones del demonio.

 -Cinco Padre nuestros y un Gloria.

   Te rogamos, pues que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

   QUINTO MISTERIO

   ¡Oh! ¡Cuánta sangre derramó de sus venas nuestro amable Jesús en el dolorosísimo camino que hizo al Calvario cargado con el pesado leño de la cruz! En tal abundancia la derramó, que de ella quedaron regadas las calles de Jerusalén y los lugares por donde transitó, e hizo esto en satisfacción de los escándalos y malos ejemplos con que sus criaturas habían de arrastrar a otros por el camino de la perdición. ¡Ah! ¡Quién sabe si nosotros pertenecemos al número de estos desgraciados! ¡Quién sabe cuántos por nuestro mal ejemplo habrán sido arrojados al infierno eterno! Y ¿no tratamos todavía de enmendarnos? Procuremos contribuir en adelante a la salvación de las almas amonestándolas, edificándolas, y presentándonos a ellas como modelos de buenas y santas obras.

 -Cinco Padre nuestros y un Gloria.

   Te rogamos, pues que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

  SEXTO MISTERIO

   El Redentor derramó la sangre sobre todo en su bárbara crucifixión, cuando rotas venas y arterias, brotó de sus manos y de sus pies como un torrente, cual saludable bálsamo de vida eterna para pagar las maldades e iniquidades del universo. ¿Y habrá todavía quien quiera perseverar en el pecado, y renovar de este modo la cruel crucifixión del Hijo de Dios? Lloremos amargamente las faltas que hemos cometido; detestémoslas a los pies del sagrado ministro; reformemos nuestras costumbres; emprendamos de aquí en adelante una vida cristiana, considerando cuánta sangre costó a Jesús nuestra eterna salvación.

-Cinco Padre nuestros y un Gloria.

   Te rogamos, pues que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

   SÉPTIMO MISTERIO

   Finalmente, Jesús derramó sangre después de su muerte, cuando con una lanza le abrieron el costado, e hirieron su amabilísimo corazón; y juntamente con la sangre salió también agua, para demostrarnos que la sangre había sido derramada toda hasta la última gota por nuestra salvación. ¡Oh bondad infinita de nuestro Redentor! Y ¿quién no os amará? ¿Quién no se derretirá de amor por Vos, que tanto habéis hecho por nuestra redención? ¡Ah! ya que nos faltan las expresiones, convidemos a todas las criaturas de la tierra, a todos los Ángeles y Santos del cielo, y especialmente a  nuestra amada Madre María Inmaculada, a bendecir, alabar y encomiar vuestra preciosísima sangre. Sí, viva la sangre de Jesús, sí, viva la sangre de Jesús ahora y siempre, y por todos los siglos de los siglos. Así sea.

  -En este último misterio se rezarán solamente tres Padre nuestros, para completar el número de treinta y tres, y Gloria.

 -Tres Padre nuestros y un Gloria.

   Te rogamos, pues que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre

   ORACIÓN.

   ¡Oh sangre preciosísima de vida eterna, precio y rescate de todo el universo  bebida y purificación de nuestras almas, que defiendes continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia! Os adoro profundamente, y quisiera desagraviaros, hasta donde me sea posible, de las injurias y ultrajes que recibís continuamente de las criaturas humanas; y especialmente de aquellas que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. Y ¿quién no bendecirá esta sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor para con Jesús que la derramó? ¿Qué sería de mí si no hubiese sido rescatado por esta divina sangre? ¿Quién os sacó hasta la última gota de las venas de mi Señor? ¡Ah! el amor fue ciertamente. ¡Oh amor inmenso, que nos has dado este bálsamo saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, emanado de la fuente de un amor inmenso! ¡Oh! haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, encomiaros y daros gracias ahora y siempre y hasta el día de la eternidad. Amén.

   ORACIÓN

   Oremos: Dios Eterno y Todopoderoso que constituiste a tu hijo único Redentor del mundo, y que quisiste ser apaciguado por su sangre, haz que venerando el precio de nuestra salvación y estando protegidos por él sobre la tierra contra los males de esta vida, recojamos la recompensa eterna en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Cómo rezar la Corona a la Preciosa Sangre de Cristo

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